Versos de arte menor


Como los tubos oscuros de desagüe
Que secretos y remotos surcan el
Subsuelo arcilloso y gris
Así en mi cuerpo mi
Alma habita
Pestilente profunda e ignota

Como las alcantarillas humildes y hambrientas
Que se ramifican bajo la urbe y los baldíos
Mendigando heces y desechos y
Flores putrefactas
Más ocultas y más
Negras aún
Las alcantarillas de mi alma atrapan la noche
El amor el dolor
El odio
La repugnante dicha el pecado bendecido
En sus entrañas escabrosas

Nadie conoce mi alma
Ni la ama
Nadie la busca ni desea encontrarla
Ella comienza al pie
De los excusados y de las letrinas
Y termina
En las fúnebres
Aguas de alguna tenebrosa
Bahía que los peces evitan
Sé que los comensales hacen rictus
En medio de la cena al ser
Mencionados los desagües
Y no ignoro que nadie soporta mi mirada
Ese buzón sin tapa por donde
Fugazmente se asoman para mirar al cielo
Las heces de mi alma
Mas pese a esto
Amo las ratas
Que en ella viven y la pueblan
Bendigo las aguas negras de la Vida
Que la surcan
Y la pestilente esperanza que de ella
Emana como fétida vaharada

Nadie conoce las cloacas de mi alma
Esos impuros albañales
Donde se estanca mi ser
Sólo cuando me creen indiferente todos
Insensible
Sin sentimientos ni pensamientos desalmado
Entonces se distingue sobre el pellejo sucio
De la urbe
Un aniego tremebundo
Y maloliente
Un charco un mar un océano
De túrbidas pasiones
Que mi alma apestando deja en el pavimento
Palpitando en silencio
Y reflejando inútilmente el sol y el cielo
Mientras bajo la corteza de la tierra y los brillantes
Pisos encerados de las casas
Turbulenta y hedionda
Mi alma discurre
Secreta y sola.

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